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Tan solo respiración que inhala y exhala. Es la mía. Estoy acostada boca arriba, las sábanas me cubren hasta el cuello, no abro los ojos todavía. Me quedo sintiendo, escuchando el silencio del contrafrente, sin bocinas, ni colectivos, ni autos, ni gente yendo y viniendo, ni siquiera una gotera, nada interrumpe esta pasividad hasta que un ruido viene de afuera, en la puerta, la cerradura girando, el picaporte, la parálisis.
Nadie vive conmigo, nadie que yo sepa.
No atino a hacer nada, sólo expando la audición, intento comprender sin razón lo que está ocurriendo a pocos pasos de mí, en el pasillo, justo al otro lado de la puerta.
Mi corazón se agita. No quiero abrir los ojos, me hundo más en las sábanas, aunque empiezo a tener calor no me destapo.
La puerta se abre, alguien entra sin que pueda escuchar por dónde viene, no hay pisadas, la madera no cruje en mi alerta.
Me susurra al oído una voz que no entiendo, un aullido lejano.
Me quedo quieta, percibo un aroma...¿esa colonia?
Puedo sentir sus manos aunque no me tocan. No pueden estar tocándome, es el recuerdo de su suavidad.
Despierto con temblor. Recorro el espacio en busca de que no haya nada raro, con el anhelo encubierto de que no haya sido sólo un sueño.
Doy vueltas y me encierro en el baño. La presión de la ducha me tranquiliza.
Nadie entró, no pudo haber entrado, soy yo, estoy sola.
Cuando estoy por ir a trabajar, voy a abrir la puerta y me doy cuenta de que está sin llave.
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No bajó
No bajó la fiebre
No bajó la fiebre y me quedé
Me dormí
Me dormí pensando
Me dormí pensando en esa vez
Desperté y me miré al espejo
Lo que pasó creo que fue un sueño
Un mal sueño
Empecé a recorrer mi casa
Se deformaba cada vez más
Me crucé a todo el mundo adentro del living
¿Cómo llegaron hasta ahí?
Al final del pasillo te vi
Me acerqué y te pedí perdón
Perdón por lo que te voy a hacer algún día, perdón
No soy yo, es la fiebre, te dije
No soy yo, es la fiebre, te dije
¡Soltame! No soy yo, es la fiebre, me rige
No soy yo, es la fiebre.
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